Emprender en modo Híbrido

¡No, no! ¡No hablo de coches, hablo de emprendedores!

Iniciar un proyecto empresarial requiere tener las ideas muy claras, producto, mercado, procesos, marketing, pagos, cobros, clientes, etc. Y realmente, tener todas las ideas claras, cuesta, hay un momento en el que debemos decidir tirarnos a la piscina.

Y detrás de un emprendedor, hay una persona con una situación personal, un escenario económico y familiar, que debemos combinar con la parte emprendedora. Este mix, es el que pocas veces nos cuentan, y poder mantener en equilibrio nuestro yo personal, permite a nuestro yo emprendedor trabajar con menos presión y dicen las estadísticas, que con más posibilidades de éxito.

Cuando somos emprendedores de “a por todas” debemos cuidar al máximo nuestra faceta personal, sobre todo, la parte económica de nuestra faceta personal, es importante tener previsto independientemente del plan económico financiero de nuestro proyecto, tener nuestros gastos personales cubiertos durante un período de tiempo razonable, que permita dedicar nuestra energía a nuestro proyecto. Ya sea con ahorros o porque en nuestro entorno, pareja, familia todos tengan claro que durante un tiempo nuestra energía y recursos estarán dedicados a nuestro proyecto.

Y en estas que nos aparece la opción de emprender en modo híbrido, que es combinar nuestro proyecto empresarial con un trabajo por cuenta ajena, cierto que no siempre se puede elegir, y también es cierto que no todos los proyectos empresariales son compatibles con un trabajo por cuenta ajena.

Pero si tenemos la suerte de tener un trabajo, con lo que ya tenemos unos ingresos fijos, un proyecto que inicialmente se puede compaginar con otra actividad (consultoría, comercio electrónico, programación, etc) y ya es la leche si el trabajo por cuenta ajena nos permite cierta flexibilidad laboral, ¡entonces nos podemos plantear emprender en modo híbrido!

Empezar las tareas comerciales, desarrollo de producto, contactos con clientes, acabar de definir el modelo de negocio, todas esa etapa y acciones que requieren tiempo y vemos poco dinero. Poder pasar esta etapa mientras tenemos unos ingresos garantizados nos permite trabajar con la mente relajada, no necesitar resultados inmediatos y poder focalizar nuestra energía en lo importante, el cliente y el producto. Realizar los cambios necesarios hasta dar con la fórmula buena. Según un artículo en La Vanguardia, los proyectos iniciados en modo híbrido tienen un 33% más de éxito que los proyectos iniciados “a por todas”.

Moraleja, si podéis, emprended en modo híbrido, sin duda, pero tened en cuenta que también tiene sus inconvenientes, dos principalmente: Uno es que debemos invertir tiempo personal, tiempo de familia, deporte, horas de sueño. Y el segundo es el riesgo de que este tiempo de desarrollo y test de mercado se alargue consiguiendo un proyecto zombi, que ni arranca, ni le damos carpetazo.

Una tercera dificultad es como facturamos estas ventas iniciales, este tema ya nos puede dar para un doctorado.

¡Pero sí! ¡Moraleja! Si podemos emprender en modo híbrido, adelante, pero haced un análisis de cuánto tiempo podéis dedicar al proyecto sin perjudicar en exceso vuestra vida personal, si es una hora al día, ¡son 30 horas al mes! ¿Durante un año? 6 meses? ¡Pues vamos! Pero salid a mercado, no os quedéis en casa perfeccionando un producto que no valida el mercado.

Y pasado este tiempo, ¡analizamos y tomamos más decisiones!

 

Volvemos al ataque!

Este blog ha estado en estado letárgico, o estado zombi, durante unos cuantos años, lo abrí con una intención, pero el día a día, o seamos sinceros, la falta de foco, han hecho que durante este tiempo lo único que he hecho con este blog es pagar el dominio cada año.

Ahora el cuerpo me pide dedicarme a él, principalmente, como herramienta de reflexión, opinión de los temas que toco cada día, emprendimiento y gestión empresarial.

Aunque me considero una persona extrovertida, tampoco me gusta ir explicando mi vida a los cuatro vientos, o tampoco tenía claro que parte de mi vida explicar. Aunque tengo perfiles en alguna red social, mi actividad es nula, y aun siendo muy consciente que las redes son necesarias, me ha costado encontrar la forma en la que me sienta cómodo en ellas, esto de que lo que se cuelga en internet, se queda en internet me hace poner en alerta mi principio de prudencia. O quizá no soy tan extrovertido como pensaba…

Debo agradecer una sesión reciente en La Cambra de Terrassa a cargo de Montse Peñarroya, que ha puesto en orden todas mis reticencias personales, y ha hecho que después de darle mil vueltas, en una sesión de dos horas diga, “ahora sí y así sí!”. Me he pasado el verano analizando perfiles de gente que considero referentes para mí, viendo videos de youtubers e influencers, y haciendo dos grupos, cosas que me gustan y me siento cómodo, y cosas que no.

Total, que ya tengo perfil en Instagram, y he recuperado este blog, volvemos al ataque!!

 

Sin ti no soy nada

Vamos a por el segundo post, aunque me ha salido título de canción romántica quería dedicar un post a esa figura que mueve o debería mover cualquier actividad empresarial, el cliente.

Aunque en el plano teórico queda claro que nos fijamos en sus necesidades, cuando pasamos a la acción, es frecuente que nos olvidemos de las necesidades que motivan la compra. Si hacemos un poco de memoria ¿cuantas veces utilizamos la expresión “he vendido”, cuando en realidad no hemos vendido nada? nos lo han comprado!

Hasta aquí tampoco es grave, la gravedad tampoco llega cuando esta situación se repite con frecuencia, al fin y al cabo, este cliente paga, que es el objetivo, la gravedad llega cuando un día dejan de comprarnos, las ventas caen y lo peor es que no sabemos por que. En un primer momento es muy humano echar las culpas a la competencia, a los que venden más barato, esto nos va a servir para desfogarnos, pero en ningún momento nos ayudará a recuperar el volumen de ventas.

En este momento debemos detenernos y reflexionar, hasta ahora nos compraban porque satisfacíamos una necesidad, que no sabemos cual, y ahora no nos compran porque esa necesidad la satisface otra empresa o producto, que es muy posible que tampoco sepamos quien es.

El cliente es un ser libre que utiliza sus recursos (dinero y tiempo) para satisfacer al máximo sus necesidades (que no son fijas), busca aquello que le aporte el máximo valor. Y el incremento de la oferta donde poder elegir cualquier producto o servicio es brutal.

Esto no es nuevo ni difícil, pensadlo bien, porque no todos los clientes son empresarios, pero todos los empresarios somos clientes, aunque es fácil que nos olvidemos de pensar como clientes cuando pensamos como empresarios. Pero nosotros también cambiamos de proveedores ¿y cuales son los motivos? Han cambiado nuestras necesidades, nuestros gustos, nos ofrecen mejores condiciones, se preocupan de corazón por nosotros, nos lo pasamos mejor comprando y si somos sinceros el precio no suele ser la variable definitiva.

Por lo tanto debemos pensar en que hacemos bien, que más podemos hacer bien, para que nos van a comprar y a quien podemos vender.

Y este tema da para más de un post, pero recordad que sin él no somos nada.

Empezamos!

Registré este blog hace unos meses, pero no publiqué nada. Esta semana me puse como objetivo que si o si, el lunes 26 de marzo debía tener un mínimo de contenido para poder enseñar el resultado, me puse a redactar menús y páginas, necesitaba un artículo para inaugurar el blog y el destino me echó una mano.

Este artículo se publicó el viernes en el Diari de Terrassa, comenta unas conferéncias que dimos en varios institutos de Terrassa para fomentar el espíritu emprendedor.

Artículo Diari de Terrassa